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Mostrando entradas de enero, 2013

La despedida que no fue

No sé si por timidez, falta de previsión, o tentados por el olorcito de las empanadas que ya invadían el recinto, finalmente no leímos el texto con el que pensábamos (algunos, al menos) cerrar la velada. Aprovecho la ocasión para reproducirlo. Masomeno así: Seguramente esta noche, como tantas otras, se diluirá lentamente en nuestra memoria, y luego en la noche de los tiempos, pero es bueno ver que, como venimos haciendo desde hace miles de años, todavía nos juntamos para escuchar historias, para compartir sueños, para buscar respuestas o, aunque sólo sea para entretenernos un rato apagando la tele y prendiendo la cabeza. Creo que un poco eso es lo que buscaba cuando empecé a venir al taller. Un lugar que prenda cosas, que active circuitos. Un entrenamiento cortical. Pero como decía antes, estas reuniones no son nada nuevas. Hace doscientos años, en los alrededores del lago Ginebra, en Suiza, un grupo de escritores se reunió en la casa de Lord Byron. No sé si estaba progra