Ayer, fue mi primera salida, me levanté temprano, tomé el primer micro para casa y a eso de las 8 estaba desayunando con la gorda, celebrando los avances de mi recuperación, charlamos un rato de mis rutinas en la granja y le conté mi plan de ir al bar, No vayas, Tito, dijo, no tenés que probar nada, vos tenés que recuperarte y empezar de vuelta. Pero yo tenía que ir y a eso de las 11 llegué al bar, había bastante gente, faltaba un rato para que largara la primera carrera, de los muchachos que van durante la semana no había ninguno, salvo Juan Carlos, que va durante la semana y el domingo también, aunque nunca juega. El ambiente me resultó hostil, cargado de humo y de tensiones, algunas caras conocidas me saludaron, y me empezó una opresión en el pecho, un malestar. Hora de retirarme, me dije, y respiré hondo, varias veces, llenando la panza de aire como me enseñaron en la granja. Lo vi a Juan Carlos que me miraba desde una mesa contra la ventana y fui a saludarlo. Me senté y ped