La genialidad no tiene límites. Atrincherado en la imaginación, el polifacético aventurero Alan Verse dispara una vez más perdigones de luz a los biombos de la ignorancia: “Soy un carroñero del lenguaje” , vaticinó frente a lo que suponían una multitud, de no haber sido por su presencia en el último Congreso de la Lengua. “ Al despertar, sólo pienso en seguir durmiendo” : c on estas palabras inaugura su exposición titulada “Aquí me ando soñando” , donde pone de manifiesto la importancia de la somnolencia a la hora de abordar a creación artística. “He de confesar que muchas de mis obras más representativas fueron gestadas bajo el marco, de este, un estado de modorra” . Comprendemos entonces que sólo un genio pudo dar a luz complejas estructuras literarias con una pluma y una almohada. “ Persiguiendo a Jodorowski” , “El roto y el descosido” , “Hay merengue en Italia” son sólo algunos de los ejemplos que distinguen la burda haraganería del talento innato y un estilo propio y con