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EL CADÁVER EXQUISITO DE ALLAN VERSE – IN MEMORIAN / Por Vivi Núñez

 


Advertencia: todo lo abajo escrito es la verdad, parece...

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Así como hay quienes gustan de embarrarse, putearse, lesionarse corriendo tras una pelota, quienes atraviesan arroyos helados, sotobosque, cumbres, exponiéndose a fracturas, calambres y deshidratación para llegar a una meta, o quienes se sientan durante horas esperando que su oponente haga un movimiento, también existe por el amor al lápiz deslizándose sobre la hoja o el teclado marcándola, creando historias, contando, diciendo, un grupo literario en Villa La Angostura.

Definir a Allan Verse es tan improbable como inútil. No puede decirse por ejemplo que se trata de un conjunto estable de participantes. Desde su origen incierto, por cierto, no ha sido otra cosa que un receptáculo de des-miembros aleatorios, ambulantes, inestables. Un cuerpo desmembrado. Ovillos de tendones, arterias, nervios.

Se ha dicho ya que su nombre goza de ninguna inscripción en actas bautismales. Lo que deja su identidad gráfica a merced de caprichosos y ladinos juegos de anagramas tan infinitos como rechazables. Razón por la cual nadie se tomó la molestia de iniciarlos. ¿Falanges acariciando la nada?

Los adeptos y acólitos migrantes farfullan, postulan, filosofan: “En el círculo de Nalal Serve, pasan cosas”. Es un círculo abstracto de ingreso irrestricto, sin embargo, el llamado de su Voz Magna, no llega al lector desprevenido, a la poeta de los crepúsculos trémulos, ni al escritor maldito. Nunca la soga en el cuello del condenado.

Entrar es posible, salir no es una opción. Quien blasfeme opuesta afirmación es porque realmente nunca fue miembro/a/e, parte, músculo o vena de este cuerpo shelleyriano. Habiendo bebido el vino de su estirpe, cada célula, órgano, epitelio, acude al llamado (redes por medio), esté donde esté. Urgencia en volver a ser un cuerpo.

Despojos, mas no fantasma, Llana Vesre, trasciende las improbables fronteras de Villa La Angostura, pueblo que no lo vio nacer y menos aún atestigua su existencia y convocó –involuntariamente- a ilustres visitantes de la región, el país y el mundo hispanohablante. Un telar dispuesto a infinitas tramas. El quid de la cuestión: para qué.

Vera Llanes, la vena allanversina más creativa, ha parido ficciones entre ríos de tinta y mate, para el regocijo de cada pedazo de este organismo difícil de congregar en su amorfa completud. Dos rigurosas (mentime que me gusta) horas de liturgia donde las partes en procaz contubernio ¡se leen! Sin pudor. El ritual más antiguo en la historia de las comunidades.

SE LEEN. Luego se castigan mutuamente. Esgrimen feroces estocadas a las adjetivaciones; descuartizan con filos certeros las repeticiones; devoran con dientes y uñas las in-concordancias verbales. Desprecian con asco profundo cualquier intento de plagio con gélido silencio. Nadie escapa. No existe supremacía de un órgano sobre otro. Todas las voces, todas; todas las manos, todas.

Se ha dicho maliciosamente que “se juntan a leer” (extrañamente sin agregar: “manga de jipis”). Pero no: Ana Llerves, no es un grupo de lectura. También se dejó correr “ahí escriben”. ¡Voto a Sócrates! ¿Quién puede escribir en una larga mesa poblada de voces que discurren entre los legados de Faulkner y Anteojito y atestada de copias impresas, celulares, termos y bizcochitos? Puerta abierta para salir/entrar a jugar.

Tampoco es irrefutable aquello de que “se juntan en la Bayer”. El germen de esta conjunción allanversera habita infinidad de tiempos y espacios. Se hallan vestigios de ésta en China Muerta (como es lógico), serranías cordobesas, allende la cordillera, el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, la extensión de la comarca andina, provincia y ciudad de Buenos Aires, costa atlántica, algún país del MERCOSUR y otros puntos del planeta que no se permite revelar. ¡Que se vengan los chicos/chicas de todas partes!

Pero sí “la Bayer” es el portal a otros planos donde creció, organizando encuentros, talleres, charlas, presentaciones y colaborando con la Feria del Libro anual; siendo además parte de la actualización de la Ley 1809/89 por la promulgación de la Ley 3164/18 para la creación del Fondo Editorial Neuquino (FEN), contando con representación propia en la Comisión Directiva de éste. Difundiendo la cultura neuquina.

Esrev Nalla ha brillado en premios literarios internacionales, nacionales, provinciales y regionales. Ha ocupado tarimas y escenarios de las ferias de libros más notables y ha sentado en sus ramplonas sillas a culos de los más encumbrados y encumbradas escritoras. En diálogos francos e irrespetuosos entre sus partes cadavéricas y aquellos/as. Fuego sagrado, verbo y vino.

Y ha visto abollados en los cestos sus sueños de publicación. Es que la literatura es un deleite y escribir es un oficio. Mientras que con una nos entregamos al placer de que nos lean, nos abran en primicia un mundo íntimo de sucesos impensados que quizá mañana sea un libro (o no), con el otro, el sudor, la duda, el nudo, el insomnio: son propios. ¡Contame una historia, vos que sos mi hermano!

Varios libros hoy publicados nacieron en Vella Nersa, lo cual es cuanto menos paradójico: un insepulto gestando vida literaria. Es que sus partes no son tales. Voto a Lao Tsé: son un todo. Un cuerpo colectivo que cuida, acompaña, poda y nutre el texto que cada órgano ofrece. Lo muestra, lo comparte, lo celebra. Un verdadero taller de construcción horizontal, comunitaria, de textos literarios, que a veces dejan el papel, se convierten en voz o cortos animados. Tal la trascendencia de su camino en poco más de una década.

Lo antedicho viene a dar fundamento a esta inminente revelación (que tira por tierra aquello de la imposibilidad de su definición, ¡en fin!): Allá N. Verse es un cadáver exquisito. Una creación colectiva surgida de la cooperación de múltiples artistas generando una obra literaria (en constante recreación en su caso) que trasciende a otros lenguajes del arte. Y como en aquél primer juego que iniciaron Breton, Lamba y Tanguy diremos al unísono: ‟Le cadavre exquis boira le vin nouveau”.

Para ello, claro, hay que entrar primero. La membresía tiene sus exigencias: 5 copias impresas de un escrito propio no publicado; mate y sobre todo bizcochitos.

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