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Las Biografías de Alamberse, 4: "Alan Verse", Por Facundo Bocanegra

La genialidad no tiene límites. Atrincherado en la imaginación, el polifacético aventurero Alan Verse dispara una vez más perdigones de luz a los biombos de la ignorancia: “Soy un carroñero del lenguaje”, vaticinó frente a lo que suponían una multitud, de no haber sido por su presencia en el último Congreso de la Lengua.
Al despertar, sólo pienso en seguir durmiendo”: con estas palabras inaugura su exposición titulada “Aquí me ando soñando”, donde pone de manifiesto la importancia de la somnolencia a la hora de abordar a creación artística. “He de confesar que muchas de mis obras más representativas fueron gestadas bajo el marco, de este, un estado de modorra”. Comprendemos entonces que sólo un genio pudo dar a luz complejas estructuras literarias con una pluma y una almohada.
Persiguiendo a Jodorowski”, “El roto y el descosido”, “Hay merengue en Italia” son sólo algunos de los ejemplos que distinguen la burda haraganería del talento innato y un estilo propio y consolidado.
Periodista, escritor, músico aficionado, irreverente detractor, Alan Verse cuestiona incansablemente el régimen académico y pone en jaque a la técnica exponiendo su inusual modo de trabajo con su obra “Levantate infeli”.
Amamantado por una tía del campo, tras el exilio de sus padres a Canadá, país del que nunca regresarían, el pequeño Alan dio sus primeros pasos entre cardos y guano de gallinas. “Como todo, todo comienza en la infancia”, confiesa que fue conociendo desde muy temprano el arduo sacrificio que demanda la vida rural: “Ví mis sueños violentados desde que soy un pichón”.
Su gran amigo y compañero Euclides “el Profe” Córdoba, deja constancia de esta etapa amputada en su texto “Sueños de Tacuara”, publicada en 1985 en el periódico “La Improvisación”: “La tía Maruca poco entendía de buenos modales”, dice y luego describe minuciosamente cómo abordaba a su infante sobrino con tacuarazos limpios antes de la salida del sol...

(Continuará?)...

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