Ir al contenido principal

Alamberse y el Test de Proust: Carlos Chávez


Hacia 1890, el escritor francés Marcel Proust, quien contaba apenas unos veinte abriles, respondió a un cuestionario que hoy figura en “Confidencias de salón” (París, Lesuer-Damby, editor, 19 Rue de Bourgogne. Álbum perteneciente a Edward Watermann). Raudamente, lo hemos rebautizado (nos gusta inaugurar cosas) como el “Test de Proust”.
Ya compartimos en primera instancia las respuestas del joven Marcel: https://alamberse.blogspot.com/2020/05/alamberse-y-el-test-de-proust_29.html
Ahora, en sucesivas ediciones, daremos nuestras propias respuestas a esas mismas preguntas. No lo hacemos para compararnos con Proust, nada más lejos de nuestras intenciones... En realidad, pensándolo bien, sí, lo hacemos para compararnos con Proust, aunque fuere siquiera en el terreno horizontal y vastamente visitado del género “Entrevista”. Enjoy! Hoy: Carlos Chávez.

-¿El principal rasgo de mi carácter?
-Iba a decir introvertido, pero veo que aparecen pusilánime y cobarde como sinónimos. ¿No será mucho?

-¿La cualidad que prefiero en un hombre?
-Sinceramente no sé porqué dividir en géneros, es probable que en esa época fuera importante, pero creo que la honestidad y la inteligencia es lo que más me interesa en una persona. Dejemos la honestidad para los hombres.

-¿La cualidad que prefiero en una mujer?
-Y la inteligencia para las mujeres.

-¿Lo que más aprecio en mis amigos?
-Creo que la extraordinaria sensación de poder contar con ciertas personas es una de las cosas que nos llevamos de esta vida. Aunque suene muy BF4EVER.

-¿Mi principal defecto?
-Durante esta cuarentena me di cuenta que aprecio mucho estar solo, algo que seguramente se da de patadas con lo que dije antes, pero así es la vida. Cambia de una pregunta a otra.

-¿Mi ocupación preferida?
-Son tres: leer, escribir y mirar por la ventana.

-¿Mi sueño de dicha?
-No entiendo muy bien la pregunta, tal vez porque no considero la dicha como un fin. Tomá.

-¿Cuál sería mí mayor desgracia?
-No la quiero decir.

-¿Qué quisiera ser?
-Un tipo re seguro de cada paso que da.

-¿En qué país desearía vivir?
-Uf, a riesgo de parecer arrogante, puedo decir que ya elegí cuando vinimos a vivir a la patagonia. En su momento consideramos otros lugares, otros países, pero a pesar de todo (todavía estaba casado) elegimos este país. Y si ponemos a volar nuestra imaginación, pienso en una ciudad chica de Nueva Zelanda por ejemplo, que en realidad el entorno se parecería bastante al lugar en que vivimos ahora.

-¿El color que prefiero?
-Necesito aclarar una vez más que me parece que el cuestionario ha envejecido. No creo que tenga un color preferido, depende de la circunstancia. O un color de auto, que prefiero el gris, o un color de pulóver, qué se yo. Pero para no ser denso, ponele un Pantone PMS 546.

-¿La flor que prefiero?
-La flor azul.

-¿El pájaro que prefiero?
-Una vez fui de vacaciones con mi hijo a Galápagos y había un montón de pajaritos gorditos que se pasaban el día corriendo ida y vuelta esquivando las olas. Las olas se retiraban, ellos iban detrás, las olas volvían y los perseguían. Creo que comían algo que traía el mar. Nunca supe cómo se llaman.

-¿Mis autores favoritos en prosa?
-Juan José Saer, Murakami, Philip Dick.

-¿Mis poetas preferidos?
-Spinetta y Juan L. Ortiz.

-¿Mis héroes de ficción?
-Pienso en el capitán Willard, que va a buscar al coronel Kurtz en Apocalipsis Now.

-¿Mis heroínas favoritas de ficción?
-No sé porqué por héroes pienso más en el cine que en la literatura, pero la voy a dar por válida. En Un viernes de locos, por una intervención mágica, una madre y su hija intercambian sus cuerpos y el hechizo se romperá sólo si cada una se pone en el lugar de la otra. Una del top five de películas “tontas”.

-¿Mis compositores preferidos?
-Beethoven, Spinetta de nuevo, Cerati.

-¿Mis pintores predilectos?
-Brueghel, Caravaggio, no sé mucho, me gustaría saber más o al menos retener más nombres.

-¿Mis héroes de la vida real?
-Mis padres. Buscaron e intentaron siempre. Pero también pienso en Eratóstenes, por ejemplo, que con un palito te calcula el diámetro de la tierra un día de sol, o Copérnico, gente que comía veinte gramos de avena fría al día y tenían voluntad para estar horas mirando el cielo cagados de frío y haciendo cálculos. O Einstein. O diez mil tipos así.

-¿Mis heroínas históricas?
-La primera que me viene a la mente es Sor Juana Inés de la Cruz, pero también Marie Curie, las minas que escribieron interminables páginas de código en la NASA para que los cohetes puedan despegar y volver. Diez mil más. Y en general, más invisibles.

-¿Mis nombres favoritos?
-Hace tiempo tenía un juego: si fuera francés me gustaría llamarme Thierry, si fuera alemán Kurtz, si fuera inglés Nigel.

-¿Qué detesto más que a nada?
-Aunque seguramente no será muy original, creo que la mentira, porque en el fondo lo considero una cobardía.

-¿Qué caracteres históricos desprecio más?
-No entendí. Supongo que el uso injustificado de la fuerza, es decir, casi toda la historia.

-¿Qué hecho militar admiró más?
-Es difícil juntar esas dos palabras. Pienso en las grandes maniobras de los ejércitos de la antigüedad, como los de Alejandro o las distintas expediciones romanas. O la cantidad de problemas que tuvo Brown para armar la primera flota argentina, pero un hecho que me parece genial es el asedio a las costas de California por Hipólito Bouchard. Vos que pensabas que era sólo la calle del Luna Park.

-¿Qué reforma admira más?
-No sé, creo que la abolición de la esclavitud. Formal, al menos.

-¿Qué dones naturales quisiera tener?
-Belleza, simpatía y modestia ya tengo, creo que si tuviera oratoria no me para nadie.

-¿Cómo le gustaría morir?
-¿Es una amenaza?

-¿Estado presente de mi espíritu?
-Sí.

-¿Hechos que me inspiran más indulgencia?
-Guglée “indulgencia”. ¿Un ladrón de gallinas? Si lo hace una vez.

-¿Mi lema?
-Fuerte y al medio.

Carlos Chávez nació en Buenos Aires en 1961. Estudió cosas que no terminó. Trabajó en publicidad, carpintería. Vendió seguros médicos, bebidas alcohólicas y otras esdrújulas. Vive en Villa La Angostura desde diciembre del 2000.

© Alamberse! 2020.

Comentarios

  1. Me encantó! Me hizo reír, Chávez. Muy buena su foto.

    ResponderEliminar
  2. Genio y Figura !!!! Sos mi heroe en tiempo real!!

    ResponderEliminar
  3. Gran intelectual y filósofo argentino, el Señor Carlos Chávez. Coincido con lo de mirar por la ventana, y sin gente, mejor. Con un guisquicito, mejor q mejor, o un oporto. De ninguna manera una cerveza.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL CADÁVER EXQUISITO DE ALLAN VERSE – IN MEMORIAN / Por Vivi Núñez

  Advertencia: todo lo abajo escrito es la verdad, parece... *** Así como hay quienes gustan de embarrarse, putearse, lesionarse corriendo tras una pelota, quienes atraviesan arroyos helados, sotobosque, cumbres, exponiéndose a fracturas, calambres y deshidratación para llegar a una meta, o quienes se sientan durante horas esperando que su oponente haga un movimiento, también existe por el amor al lápiz deslizándose sobre la hoja o el teclado marcándola, creando historias, contando, diciendo, un grupo literario en Villa La Angostura. Definir a Allan Verse es tan improbable como inútil. No puede decirse por ejemplo que se trata de un conjunto estable de participantes. Desde su origen incierto, por cierto, no ha sido otra cosa que un receptáculo de des-miembros aleatorios, ambulantes, inestables. Un cuerpo desmembrado. Ovillos de tendones, arterias, nervios. Se ha dicho ya que su nombre goza de ninguna inscripción en actas bautismales. Lo que deja su identidad gráfica a merced de c

El Día que Allan Verse se Subió a un Caballo (Escena 6)

Para cuando las ratas subieron al bote, el joven Allan estaba inconciente con media cara hundida en el agua arcillosa que juntaba el interior, eran tres los roedores, uno encaró la oreja izquierda del joven talento, por donde supieron entrar las mas complejas sinfonías de la época, que muy hábil supo descomponer en composiciones propias y las adulaciones más salvajes de inalcanzables doncellas, otra le hociqueó la cara y mordisqueó un pedazo de carne de un pómulo (se dice roer en verdad por eso son roedores), la tercera rata era la más curiosa, lo primero que hizo fue refregar el hocico bigotudo contra el miembro viril sobre la tela fina del traje que aun conservaba, porque esa noche Allan tuvo concierto, después de un movimiento fugaz se acercó a la boca y le mordió el labio, y la sangre que brotó pareció espantarla, una de las manos del joven escritor y compositor fue el destino final de la rata, quién diría que el triste deceso de su historia fuera ignorado por esa mano que dio vid

El Día que Allan Verse se Subió a un Caballo (Escena 9)

No recuerdo con exactitud la vez que Alan Verse se aposentó en un caballo, pero me remonta a haberlo conocido en la cancha como "el equino Verse", apodo que se dice que él mismo se puso para evitar que lo llamen burro o cualquier otra injuria que manchase su nombre. A pesar de tener una patada fuerte su paso por el Deportivo Jacobacci fue breve, se encontró cara a cara con el hijo del comisario, joven promesa del deportivo, que se divertía gambeteando defensores hasta que "el equino" lo ajustició quebrando tibia y peroné. Haberle entrado así en un entrenamiento le fue imperdonable, sobre todo para el comisario que lo andaba buscando con no muy buenas intenciones y así fue como el joven Alan emprendió su exilio para empezar una nueva vida. El hambre y las pocas ganas de esquilar ovejas lo llevaron a Andacollo, lugar donde conoció al artista plástico Charles Ruprest, famoso por esculpir todo tipo de jabones. Así fue como Alan comenzó su carrera como modelo de es