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El Día que Alan Verse se Subió a un Caballo (Escena 7)


Una sola vez Alan Verse se subió a un caballo, pero como él se consideraba a sí mismo un maestro trascendido, el caballo decidió que esa levísima carga, puro espíritu, merecía elevarse a los cielos..., y allá fue. Costó el despegue porque era la primera vez (otra vez) del caballo de intentar el vuelo..., surcaron un buen tramo despejado en pleno mediodía. Alan, aterrorizado no podía dirigir al noble animal, que -cada vez más gozoso- ascendía y ascendía..., finalmente la luz lo confundió y casi cegado, perdió altura a galope acelerado. Quiso la suerte, que su jinete, se despabilara y al ver una laguna allá abajo, tomara riendas en el asunto..., después del brusco chapuzón, el caballo nadó... Alan no sabía hacerlo. Y así, el más sabio de ambos completó su recorrido de la rueda sufriente, llevando a Alan a la orilla. Luego el cuadrúpedo se desmaterializó. No hubo testigos del histórico vuelo... Los sabios no dejan huellas.

Texto: Noemí Cuenya

Ilustración: “Whistlejacquet”, de George Stubbs

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