Fino, delicado límite
entre la razón y la sin razón,
entre el quedarse o partir, acaso se elige?
Destino, futuro, un para qué
me pregunto si existen en su andar…
La mirada perdida,
una leve mueca que intenta un saludo
los pasos lentos, inestables…
Caminar gastado hacia ningún lado
al borde de un abismo o dentro de un oscuro túnel
al que entró sin encontrar la salida.
Da igual.
Todos sabemos de él, lo vemos a diario,
conocemos tal vez su nombre
y todo queda ahí, en un cuerpo, un nombre
sin animarnos a preguntar más.
Las calles lo habitan
son su hogar, el lugar que lo contiene
y al que concurre cada día
para sentarse y esperar vaya uno a saber qué
en esas tres cuadras de mi pueblo.
Graciela I. Arakelian
Año 2012
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